sábado, noviembre 22, 2008

Fallaste corazón

Y tú que te creías el rey de todo el mundo...

Ya llegaste, saluda a los que conozcas. Inevitablemente sabías que ella estaría ahí -¿qué no estás por eso ahí?. Se acerca, quieres efusividad, todo como siempre. Alguien se acerca, ella disimula. Ahora sabes quién es.

Quédate ahí, ni siquiera se te ocurra moverte, acepta su saludo, su abrazo. Sonríe, sí, sonríe, pretende un poco de nuevo, piensa que todo está bien. Ha pasado lo más difícil, ahora intenta disfrutar, platica, relaciónate, pregunta lo que sea. No voltees, por más que quieras, no voltees.

Has visto, te has dado cuenta de la realidad.

Te ha golpeado en lo más recóndito: ahí donde más duele. Pretendes que no pasa nada -después de todo, hay que guardar las apariencias. Vuelves a sonreír, siendo que te estás cayendo en pedacitos -¿acaso nadie te ve esparcido por el suelo?-

Vete, huye. Refúgiate y aguántate las ganas de llamarle y decirle todo de nuevo. Guarda tus lágrimas, presiona tu pecho. Sonríe.

¿Adonde está el orgullo, adónde está el coraje?

Esa imagen del espejo es perturbadora: hace mucho que no te veía tan chiquito.



Fallaste corazón. Fallaste, corazón.

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