jueves, septiembre 25, 2008

Pura personalidá

Bombeprimo Juárez
Ignacio Rodrigoza, que ganó la batalla del Estadio Pokémon
Nezahualtavo
Sor Diana y Necia de la Cruas
José María Dennis "El Pavón"

martes, septiembre 23, 2008

Largas son las noches en las que te das cuenta que nada de lo que tú creías es cierto. Te topaste de nuevo con el muro, con la única diferencia de que esta vez fue suficientemente a tiempo como para no embarrarte totalmente en él. Esta vez, tuviste tiempo de verlo.

No dejar la batalla sin pelear, hacer una diferencia en tu vida, es todo lo que querías. Quizá lo lograste, o mínimo tuviste la ilusión de haber empezado algo.

Cambios, incluso los pensaste: ¿por qué no mejorar?, ¿por qué no intentar algo nuevo?, ¿por qué no tratar ser por unos momentos eso que sabes que te hará bien? Llegaste a serlo por unos instantes. Te hiciste una promesa a tí mismo, a los demás. Te viste, además de que te sentiste en otro lugar, en otro momento, listo para todo, consciente de tu alrededor, dispuesto a dar más.

Frénate, el muro está ahí y es infranqueable. Piensa que tal vez pudo haber sido peor. Date la media vuelta y regresa a donde estabas. ¿Acaso no estabas cómodo ahí?


Lo estaba, hasta que me dí cuenta de que me falta algo...

jueves, septiembre 18, 2008

Vicios

Yo soy de esas personas que pueden cambiar un vicio por otro: ¿por qué cambiar? Nada más se sustituye.

Pensémoslo: inicialmente cambiamos el pecho/biberón por las tacitas con boquilla, luego fueron los vasos. El vicio era lo de adentro: primero leche, luego jugos y/o refrescos, que tal vez derivaron en alcohol o en otras cosas, quién sabe.

No sé si quede clara la idea, pero lo que quiero decir es esto: quizá no pueda cambiar todo, pero sí te aseguro que puedo cambiar una cosa por otra, que a la larga, nos beneficie a ambos.

Gracias.

lunes, septiembre 08, 2008

¿Quién dijo que no se puede vivir sin alguien, si se vivió antes de que ese alguien llegara?


Piénsenlo.

miércoles, septiembre 03, 2008

Melancolía

Si el problema no es que esté prohibido y que nos guste, el problema es cuando se hace vicio...

Llega un punto en el que el dolor se hace inevitablemente exquisito: prefieres seguir autodestruyéndote, metiéndote más basura en la cabeza -siendo que ya te va a explotar de tanta- para seguir experimentando esas sensaciones que te llenan de descargas emocionales que provocan un estado sublime: la vida.

Dejas de actuar y empiezas a sentir: el pensamiento da cabida al sentimiento, tu corazón empieza a trabajar mientras tu cerebro se apaga. Dejarse llevar poco a poco para caer en el aletargamiento, irte consumiendo tibia y lentamente... hasta que ya no puedes más. La droga ya no parece funcionar, ni siquiera con cantidades más grandes: ¿qué es lo que pasa?

Es hora de un cambio.

Dejar todo nuevamente atrás, volver a salir. Encontrarte cara a cara con la luz y la realidad, aceptarla y, sobre todo, afrontarla. Da miedo, mucho miedo. Quizá dirás que no puedes, pero la experiencia prueba lo contrario: no es la primera vez -y peor aún, no será la última- y las opciones son muchas.

Quizá no te logre olvidar, quizá no te logre superar, pero no por eso voy a dejar que mi vida sea un asco. Eres un riesgo que tengo que aprender a manejar -y a minimizar- Tu presencia es inminente en mi pensar, incluso sigo haciendo las mismas cosas que ayer, pero llegará un punto en el que yo creceré, saldré y te podré gritar en la cara que ya no me afectas.


Tiñes mis días de fatal melancolía...

martes, septiembre 02, 2008

Ridículo

Hay veces que la depresión raya en lo ridículo: ¿por qué es tan necesario hacerle ver a los demás que estás jodido? Es simplemente ganas de llamar la atención. Se podría entender -mas no justificar- si fuera por parte de un niño pequeño, los cuales son objeto de mucha atención, y al no tenerla, se sienten fuera de contexto y empiezan a reclamarla por medio de pataletas, ruidos extensos o yo qué sé, los famosos berrinches. A estas alturas, me soprende que, teniendo la madurez que muchos dicen tener, sigan empeñados en ahogarse en un vaso con agua queriendo que los demás les solucionen la vida.

Estas personas llegan a ser molestas al punto en el que siquiera nos molestamos en preguntarles: ¿qué tienes? En lo personal, ni aliento -ni tipeos en el teclado- me gusta gastar para ese tipo de personas, que incluso se sirven del alcance del nick para que todos estén preguntando qué es lo que está pasando y que todos los buitres que se valen de esos momentos de flaqueza para conquistar se abalancen y ataquen para ver si esta vez tienen resultados.

Diría Juan Gabriel en una de sus canciones: no cabe duda que es verdad que la costumbre es más fuerte que el amor. No es que el amor nos haga miserables -aunque lo hace, y más seguido que otra cosa-, no es que sea algo por lo cual necesariamente tenemos que sufrir ni que sea algo que exige un sacrificio alto o ulterior: es que nosotros nos empeñamos en que sea miserable, nosotros queremos sufrir por ello y, peor aún: nos sentimos conformes por ello.

Si bien la vida tiene sus dificultades, una es la necedad, la costumbre -la gansada, diría un maestro-, todas las cosas que hacemos para convertirnos en la posición más cómoda del ser humano: la víctima, para recibir las atenciones que por méritos propios no conseguimos. Estamos ya tan acostumbrados a valernos de artimañas para conseguir las cosas que cuando realmente se tienen no sirve absolutamente de nada.

Pena de muerte a la que arruine mi vida con esto.