martes, enero 03, 2006

Lo que pudo ser

Te encuentro esta noche fría, caigo en cuenta de que me gusta todo de ti. Me vuelve loco el roce de tu piel, todo eso que hay en ti que llora por florecer en estos momentos en que tienes frente a ti a alguien que dice que te ama. Esta noche quieres ser feliz, te pido que me acompañes a ese lugar, un lugar en el que nuestras almas pueden hablarse mientras nuestras bocas se conocen la una a la otra.

Por fin hemos llegado, no dices nada, tu boca guarda silencio pero tu alma grita a los cuatro vientos lo que siente. La mía por su parte espera el momento preciso para volcar todo ese amor que le quema y necesita propinar a alguien más.

- Sabes... yo quería que...
- ¿Sí?
- El problema es que no sé por donde empezar – digo presa de un miedo garrafal.
- Di lo que tengas que decir – respondes con seguridad en tu mirada.

Prefiero guardar silencio un momento y admirar tu mirada. La farsa ha de comenzar, pero ha de terminar con una verdad tan grande como el hecho de que estoy frente a ti y me muero de amor por ti.

- Todo lo que tengo que decir lo puedo resumir en dos palabras o en una acción.
- Dilo, sólo dilo.
- Este... la verdad no sé... tengo miedo, no comprendo lo que pasa dentro de mí y con mi historial de derrotas tengo miedo de tener la razón para poner mi alma a tus pies. Es que desde que te conozco siento que eres como mi ángel, me sorprendiste y el amor a mí llegó. Sueño despierto imaginando tus labios, esperando este momento de tenerte frente a mí. Aunque haya tenido otros amores, siento que eres mi amor primero, mi alma, mi ser, lo que más quiero. Soy completamente feliz porque al fin te encontré, quiero amarte, colmarte con mi amor. Llenarte de ilusiones.
- No sé que decirte – contestas un tanto nerviosa, después del silencio que le sigue a toda confesión.

Le siguió a mi terminante confesión un silencio eterno, ese silencio incómodo, un silencio en el que las almas buscan su lugar y creen haber llegado finalmente al final de la línea, en ese punto donde el amor se manifiesta con todo su esplendor.

- Dejemos las palabras...

Me acerqué y puse mis labios en los tuyos... te besé... pero el beso no encontró su respuesta, pero el corazón sí.

- Y resumo lo que he hecho en dos palabras: te amo.

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