jueves, julio 10, 2008

Sagrado

¿Recuerdas el lugar en el que más tiempo pasabas cuando eras niño? ¿Te das cuenta que cuando estás de tal o cual humor o haciendo alguna cosa en especial siempre estás en el mismo lugar?

Ya sea para leer, fumar, divagar, incluso para echar la pasión, tenemos un lugar privilegiado: ahí donde podemos sentirnos seguros y dar rienda suelta a lo que sea que tengamos entre manos, en la mente o en otras posiciones.

Dénme un lugar y les daré todas sus historias, invéntate uno y empieza a escribir. Lo que yo llamo sagrado, mi santuario, ese lugar donde me siento intocable, pleno y digno de cualquier bendición que se pueda prodigar. La puerta de mi casa, en un día lluvioso como empezamos a vivirlos aquí en la Perla Tapatía, con un cigarrillo en la mano, un café y algo de buena música (The Cure o Jay-Jay Johanson pueden hacer el truco) Ahí es donde nacen todas mis ideas, donde ato mi corazón para que no de tumbos y donde despejo mi cabeza de la nubosidad que crea la inactividad. Es aquí donde me pongo a reflexionar y también donde tiendo a recordar a cuánta persona quiera en este momento a mi lado.

Todos tenemos nuestro lugar sagrado, muchos lo desconocen o ignoran que sea lo que es. Tan simple como esto: no duermes si no es en tu cama o con algún cojín, no cagas si no es en tu baño. Mantener su santidad, su nivel de sagrario, su satisfacción de santuario, depende de las historias que puedan de ahí surgir.

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