jueves, enero 28, 2010

Creo que me acabo de dar cuenta que paulatinamente me he quedado sin alguien a quien contarle mis problemas. No es que me esté quejando ni que sea un antisocial de la patada que no tiene absolutamente contacto humano -aunque muchos jurarían que así es-, sino que precisamente a estas horas, con la carga que tengo que no he podido desechar -no, no estoy constipado- ya estaría mentando madres/echando pestes/chilloteando con alguien. Gradualmente, los papeles se han invertido: todo lo que pasé ahora las personas que me apoyaron lo están pasando, y ahora me vuelvo el apoyador en vez de ser el apoyado -cosa a la que estaba terriblemente y extrañamente acostumbrado-. Ahora, en vez de ser escuchado, ahora me toca escuchar. Siempre lo he hecho y nunca lo he negado, solamente que ahora se acentúa más. Me he convertido en la figura consejal, en el Maestro Roshi, yo qué sé. Total, eso pasa.

Generalmente tenía a mis consejales, a esas personas que podría contarle las cosas más complejas que me suceden y que por regla me daban una solución que resultaba ser la más cuerda para efectuar; ahora, como que ya no pasa eso. Ya no puedo contar con tanta facilidad de la chava que me gustó, de la que me eché, de la que no me eché, a la que me le escapé, ni nada de eso. La nube de mi mundo se va disipando lentamente, precisamente por ser este el principio del resto de mi vida. He dejado de escribir tan seguido, y es algo que me gustaba muchísimo. Volteo para atrás, reviso las entradas antiguas de este blog, y todo parece estacional: enojos escolares -ya no los hay-, disertaciones pseudo filosóficas de cuestiones cotidianas de la vida -cada vez hay menos- dedicaciones y dilemas de amores -puta, hay demasiados-, solamente que el placer que me provoca ya no es el mismo. Las líneas que salen de cada teclado cada vez son más confusas y difíciles de entender, ni yo mismo entiendo qué carajos estoy escribiendo ni por qué estoy haciéndolo.

Lo quise ver como terapia, me influyeron muchos blogs que solía visitar -ya ni eso hago-. Lo quise ver como documentación del pasado -chale, ninguna de las cosas que he escrito aquí se me han olvidado-. Ahora, ya no sé qué es este blog. No tengo ni siquiera ganas de poner todo lo que estoy pensando y sintiendo en este momento porque siento que ya me ha superado, esto ha ido más allá de mí y ya no sé qué hacer. Estoy en la encrucijada, las cuestiones siguen siendo las mismas y las soluciones siguen esperando, solamente que no doy el empujoncito. Veremos si febrero es mejor.

No hay comentarios.: