lunes, abril 05, 2010

Tiempo

Mi vena narrativa está un poquito bloqueada. Hace unos momentos visitaba el blog en el que suelo mantener esa parte de mí viva, y me doy cuenta que no he escrito nada en cerca de cuatro meses. Sí, cuatro. Bueno, como no vivo de eso y lo hago solamente cuando estoy demasiado inspirado, creo que no regresa tan pronto como yo lo tenía pensado. Mi cuentista anda de vacaciones, pero claro, tengo muchas historias qué contar.

¿Semana santa?, ¿santa? Bueno, mientras México siga siendo uno de los países más católicos del mundo, la gran mayoría de los que vivimos ya en el mundo esclavo-laboral podemos tener 2 o 3 días de vacaciones -o a cuenta de vacaciones, depende de qué tan ojetes sean en los respectivos centros laborales- y poder disfrutar a nuestras anchas ya sea de un poco de sol, de bosque o de una Guadalajara sin el tráfico que tanto la aqueja estos días. ¿Qué les puedo decir? En esta semana -siempre y cuando estén abiertos- te puedes dar el gusto de conocer montones de lugares que generalmente están hasta la madre de gente. Claro, con sus excepciones: el miércoles estuve en el Mambocafé en otras de mis noches "voy a un antro salsero y no pienso bailar" -más adelante está todo el chisme- y generalmente los miércoles hay poca gente y se puede bailar a sus anchas, sobre todo si eres un newbie pseudo avanzado como yo. Este miércoles estaba a reventar el lugar, creo que fuera de un fin de semana, jamás lo había visto así.

En fin, estas dos semanas han sido particularmente emocionantes para mí. Sí, y qué, estoy que no quepo en mí de la fakin (sic) emoción. Por fin se me hizo salir con alguien con quien ya tenía muuuuchas ganas de salir, y creo que siempre es fascinante saber que no le eres indiferente a esa persona. El chisme: me llevaron a conocer un bar del cual me enamoré y del que salí ileso, siendo que iba casi con la amenaza de por ser fresónkindofguy sería blanco de algún ajere. Claro, no sucedió -quizá porque el lugar estaba algo solo- aunque si noté miradas de chacales sobre mi compañía. Pero bueno, iba puestísimo a cualquier cosa, buena o mala, que pudiera suceder. La noche fue todo un éxito, mi sonrisón de oreja a oreja todo el fin de semana, that kind of stuff.

Llega esa noche de miércoles, con toda la actitud de agarrar una cerveza y sentarme a ver a las parejas que suelen sacarle chispas a la pista. Llegan y me secuestran para bailar, peeeeeeeero, el acabose de la noche: llegó ella. Creo que ni ella ni yo esperábamos vernos, pero ah qué gusto me dio. Todo nervioso, emocionado, perdí la cuenta de las cervezas que me tomé -afortunadamente no me pegaron- y estaba notoriamente emocionado por su presencia. Creo que lo mejor de la noche fue haber recibido una clase de bendición por parte de una de sus amigas. La corroboración la viviré el martes.

Pero bueno, creo que estoy cagándome de la emoción, mas no me quiero empelotar, porque si lo hago, ya valió madres. Y como ya se me olvidó qué es lo que quería escribir, aquí le voy a parar.

Ahí nos vemos.

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