Si el problema no es que esté prohibido y que nos guste, el problema es cuando se hace vicio...
Llega un punto en el que el dolor se hace inevitablemente exquisito: prefieres seguir autodestruyéndote, metiéndote más basura en la cabeza -siendo que ya te va a explotar de tanta- para seguir experimentando esas sensaciones que te llenan de descargas emocionales que provocan un estado sublime: la vida.
Dejas de actuar y empiezas a sentir: el pensamiento da cabida al sentimiento, tu corazón empieza a trabajar mientras tu cerebro se apaga. Dejarse llevar poco a poco para caer en el aletargamiento, irte consumiendo tibia y lentamente... hasta que ya no puedes más. La droga ya no parece funcionar, ni siquiera con cantidades más grandes: ¿qué es lo que pasa?
Es hora de un cambio.
Dejar todo nuevamente atrás, volver a salir. Encontrarte cara a cara con la luz y la realidad, aceptarla y, sobre todo, afrontarla. Da miedo, mucho miedo. Quizá dirás que no puedes, pero la experiencia prueba lo contrario: no es la primera vez -y peor aún, no será la última- y las opciones son muchas.
Quizá no te logre olvidar, quizá no te logre superar, pero no por eso voy a dejar que mi vida sea un asco. Eres un riesgo que tengo que aprender a manejar -y a minimizar- Tu presencia es inminente en mi pensar, incluso sigo haciendo las mismas cosas que ayer, pero llegará un punto en el que yo creceré, saldré y te podré gritar en la cara que ya no me afectas.
Llega un punto en el que el dolor se hace inevitablemente exquisito: prefieres seguir autodestruyéndote, metiéndote más basura en la cabeza -siendo que ya te va a explotar de tanta- para seguir experimentando esas sensaciones que te llenan de descargas emocionales que provocan un estado sublime: la vida.
Dejas de actuar y empiezas a sentir: el pensamiento da cabida al sentimiento, tu corazón empieza a trabajar mientras tu cerebro se apaga. Dejarse llevar poco a poco para caer en el aletargamiento, irte consumiendo tibia y lentamente... hasta que ya no puedes más. La droga ya no parece funcionar, ni siquiera con cantidades más grandes: ¿qué es lo que pasa?
Es hora de un cambio.
Dejar todo nuevamente atrás, volver a salir. Encontrarte cara a cara con la luz y la realidad, aceptarla y, sobre todo, afrontarla. Da miedo, mucho miedo. Quizá dirás que no puedes, pero la experiencia prueba lo contrario: no es la primera vez -y peor aún, no será la última- y las opciones son muchas.
Quizá no te logre olvidar, quizá no te logre superar, pero no por eso voy a dejar que mi vida sea un asco. Eres un riesgo que tengo que aprender a manejar -y a minimizar- Tu presencia es inminente en mi pensar, incluso sigo haciendo las mismas cosas que ayer, pero llegará un punto en el que yo creceré, saldré y te podré gritar en la cara que ya no me afectas.
Tiñes mis días de fatal melancolía...
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