Querida X:
Escribo estas líneas en mi lecho de muerte, espero que lleguen a tiempo a tus manos, esas manos tan tiernas y suaves que alguna vez sostuve durante mucho tiempo y me dieron las caricias tan hermosas que un día me hicieron tan feliz.
Tengo que confesarte tantas cosas, tengo tanto que decirte y tanto por lo que pedirte perdón. Pero la vida se aleja de mi cuerpo, tengo que apresurarme a decirlo todo.
Sólo quiero que sepas que eres lo máximo de mi vida, en cada segundo que estuviste presente en mi mente el dolor de mi soledad se disipó, todo lo que pareció un día gris se volvió en la más grande de mis alegrías. Todas las veces en que nuestros labios se encontraron tuve accesos de pasión como nadie los ha tenido, todos esos momentos en que nuestros cuerpos se volvieron uno hiciste que a mi alrededor se manifestara el cielo y no pensara ningún momento más en la condenación de mi alma y sólo concentrarme en tus caricias.
Lamento todas las veces en las que me alejé, todos esos momentos en que mis demonios interiores tornaban mi amor en odio hacia la humanidad, en aborrecimiento a la vida, en algo que todo humano tiene y nadie que reconocer, mucho menos manifestar. Perdóname todas las veces en que no estuve, o si estuve en cuerpo no lo estuve en alma, quiero que me perdones el no haberte amado cuando me lo pedías, el haberte despreciado cuando más me necesitabas, todos esos momentos en los que tu te morías por que alguien demostrara que le importas y sólo recibiste desprecios y malas caras.
También hay algunas cosas que me gustaría perdonarte: quiero perdonarte el montón de palabras que susurraste a mi oído desde aquella vez que te confesé mi amor por primera vez; también todas tus fotos, tus comidas, tus cervezas, tus cigarros, tus borracheras, tus excesos. También perdono tu andar, tus zapatos, tus dientes, tu pelo, tus ojos, todo. Te perdono los cientos de razones, los miles de problemas, los amores falsos... perdono tu amarme...
Hay algo que nunca he de perdonarte... fue haberme besado esa vez, besado con tanta alevosía, con testigos como tu boca, la madrugada y el frío... esto es imperdonable... pues si te lo perdono... seguro que lo olvido...
Te recordaré siempre amor mío, cuando leas esto, mi alma estará junto a tí...
martes, noviembre 15, 2005
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