Nos encontramos una vez más, he venido a visitarte como lo he hecho regularmente las últimas semanas. Te tengo frente a mí, me cuentas historias de amores mal logrados, historias que se repiten una y otra vez pero que parece que no quieres darles solución, que sigues empeñada en creer que él regresará y te dirá que te ama, cuando para él existes como alguien que cuando quiera caerá rendido a sus pies implorando un poco de amor, y que recibirá desprecio como tan innumerables veces.
Una vez más quiero ofrecerte una solución, mi solución, sólo pido que me quieras, que me voltees a ver y busques una razón por más pequeña que sea para que aceptes mi corazón y me dejes quererte, abrazarte, tenerte, besarte, adorarte... en fín, que liberes todo el amor que hay dentro de mí para tí.
- Si pudieras pedir un deseo, ¿qué pedirías? - preguntas al terminar otra de tus historias.
- En este momento solo pediría no ser tan cobarte, tomar tu rostro entre mis manos y besarte como nadie te ha besado, y pedirte que de por una vez por todas decidas amarme.
Tú no contestas, sólo bajas la mirada, sumiéndote en tus pensamientos.
Antes de que digas nada yo me pongo de pie, me acerco a tí y pongo en marcha mis planes: nuestras miradas se cruzan, pero mi beso no tiene respuesta alguna... sólo doy media vuelta y abandono tu hogar.
Camino hacia mi casa, pensando el por qué de todas tus negativas... ¿acaso lo que soy no es suficiente?
"Sólo ella sabe lo que soy, y sin ella no se a dónde voy, al mundo le grito LA NECESITO" (José Fors: Mendigo amor)
jueves, noviembre 10, 2005
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