La imagen lo dice todo. Por culpa de Fitzgerald y Roethlsberger estoy así. No importa, mi sex appeal ha aumentado un 12%.
Pues el 14 de febrero pasó sin pena ni gloria. Claro, me boté de la risa de ver tantos carros rayados o llenos de post-its -sigo creyendo que si me llega a pasar eso me enojaré primero y sonreiré después-, peluches, flores y demás viandas por la calle. La cena con los amigos estuvo bien, el vinito bastante sabroso. Total, no fue tan miserable como el año pasado.
No sé si sonreír o preocuparme. Las cosas empiezan a tomar un giro distinto, y dicen por ahí que entre broma y broma la verdad se asoma. Veremos si me animo.
Seguimos con la historia.
En mi segundo año de secundaria conocí a una chava en clase de inglés. Ella empezó la conversación al preguntarme de donde era, pues según ella, hablaba demasiado bien el inglés para ser mexicano -jaja, si me escuchara ahora de pocho no me bajaba-. A partir de ahí empezamos una relación de amistad/desmadre dentro del salón, que después se trasladaría a llamadas telefónicas en las que durábamos horas, o pegados en el ICQ o en el messenger. El gusto me duró el primer periodo de ese año -agosto a diciembre-, pues por su bajo rendimiento la corrieron de la escuela. Claro, no perdí contacto con ella, pues seguía hablándole seguido y por internet seguíamos platicando. Cuando menos lo pensé, me di cuenta de que me encantaba.
El problema era el siguiente: era una de las chavas más populares de la escuela, y yo no dejaba de ser un misfit -creo que a la fecha lo soy jaja-, por lo que decidí no hacer muchos avances. Mi primera "oportunidad" de demostrar algo fue en la esperada fiesta de la amistad de la secundaria. Ya les había platicado, que ese día ella fue, le regalé una rosa -y ya traía otras 3 jaja- y mi recompensa fue un abrazo y una foto. Todavía la tengo, y la atesoro como no tienen idea. Total, se acabó la secundaria y le perdí el rastro.
Años después me la volví a encontrar en una exposición de brujería que hubo en el centro cultural El Refugio, en Tlaquepaque. Al principio no me reconocía, pero al usar las frases con las que solía referirme a ella me reconoció. De la emoción se me olvidó pedirle su teléfono. Después me la volví a topar en Galerías y ya varios conocen la historia. Creo que no se las repetiré.
Todavía al día de hoy sigo creyendo que esa chava es -o lo fue- el amor de mi vida. Me gustaría volver a saber de ella. ¿Me aplicaría? No creo. No pregunten mucho, yo me entiendo. En ratos, extraño sentirme así por alguien.
Esa fue la de hoy, nos estamos viendo/leyendo/oliendo.
Pues el 14 de febrero pasó sin pena ni gloria. Claro, me boté de la risa de ver tantos carros rayados o llenos de post-its -sigo creyendo que si me llega a pasar eso me enojaré primero y sonreiré después-, peluches, flores y demás viandas por la calle. La cena con los amigos estuvo bien, el vinito bastante sabroso. Total, no fue tan miserable como el año pasado.
No sé si sonreír o preocuparme. Las cosas empiezan a tomar un giro distinto, y dicen por ahí que entre broma y broma la verdad se asoma. Veremos si me animo.
Seguimos con la historia.
En mi segundo año de secundaria conocí a una chava en clase de inglés. Ella empezó la conversación al preguntarme de donde era, pues según ella, hablaba demasiado bien el inglés para ser mexicano -jaja, si me escuchara ahora de pocho no me bajaba-. A partir de ahí empezamos una relación de amistad/desmadre dentro del salón, que después se trasladaría a llamadas telefónicas en las que durábamos horas, o pegados en el ICQ o en el messenger. El gusto me duró el primer periodo de ese año -agosto a diciembre-, pues por su bajo rendimiento la corrieron de la escuela. Claro, no perdí contacto con ella, pues seguía hablándole seguido y por internet seguíamos platicando. Cuando menos lo pensé, me di cuenta de que me encantaba.
El problema era el siguiente: era una de las chavas más populares de la escuela, y yo no dejaba de ser un misfit -creo que a la fecha lo soy jaja-, por lo que decidí no hacer muchos avances. Mi primera "oportunidad" de demostrar algo fue en la esperada fiesta de la amistad de la secundaria. Ya les había platicado, que ese día ella fue, le regalé una rosa -y ya traía otras 3 jaja- y mi recompensa fue un abrazo y una foto. Todavía la tengo, y la atesoro como no tienen idea. Total, se acabó la secundaria y le perdí el rastro.
Años después me la volví a encontrar en una exposición de brujería que hubo en el centro cultural El Refugio, en Tlaquepaque. Al principio no me reconocía, pero al usar las frases con las que solía referirme a ella me reconoció. De la emoción se me olvidó pedirle su teléfono. Después me la volví a topar en Galerías y ya varios conocen la historia. Creo que no se las repetiré.
Todavía al día de hoy sigo creyendo que esa chava es -o lo fue- el amor de mi vida. Me gustaría volver a saber de ella. ¿Me aplicaría? No creo. No pregunten mucho, yo me entiendo. En ratos, extraño sentirme así por alguien.
Esa fue la de hoy, nos estamos viendo/leyendo/oliendo.
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