lunes, febrero 23, 2009

Solo unas horas

No paro de escuchar el soundtrack de la obra, verdaderamente estoy fascinado.

Alrededor de las 5:45 de la tarde llegamos al Teatro Diana, expectantes, con los boletos en la mano y la intriga latente. Desde el vestíbulo del teatro se podía observar lo que nos esperaba: en el centro, una plancha de cirugía manchada de sangre, gente del staff con batas blancas también teñidas de rojo. En lo alto, carteles con los rostros de los personajes, pasando desde Mary Shelley hasta dos cineastas que han inmortalizado a Frankenstein en el séptimo arte. No se hizo esperar el acceso al recinto. Subimos interminables escaleras hasta llegar al palco segundo, a ocupar nuestros lugares en la penúltima fila. A pesar de que estábamos casi al final, el escenario se podía apreciar perfectamente. Música tétrica, compuesta principalmente por violines, el teatro se llenaba apresuradamente. Por fin se da la tercera llamada. Ataca el prólogo, tres bailarines en escena, la banda dando muestras de virtuosidad, diversos géneros y sonidos poderosos, la ópera rock acababa de empezar.

39 canciones, unas muy emotivas, otras algo divertidas, todas llenas de rock, algo de metal, folk, balada y un poco de tango. Sonidos orquestales acompañaron a la banda en vivo, las voces de los personajes llenaban el lugar, mientras derramaba una lágrima en ciertas áreas. Acabándose el primer acto, ya no podía con la emoción. Un final lleno de emociones, una crítica social bastante buena. Los artistas dando gracias en escena, y al final, la aparición del maestro José Fors, para recibir la ovación de pie. Saliendo, en friega a comprar las camisas conmemorativas y el soundtrack.

Definitivamente, si llega a haber otra función, iré a verla de nuevo. Si no fueron y querían ir, arderán en el infierno.

Me voy, tengo algunas cosas que pensar y terminar de ver el churro de película de miedo que estoy viendo.

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